Se arrebujó entre las sábanas que cubrían su
desnudez, mientras él se vestía para salir. Ya el sol estaba alto; la dejaba
sola tras una noche de pasión. Se marchaba sin más.
No quería que viera sus lágrimas. Escondió su cara
en la almohada, él saludó con la mano y cerró tras de si la puerta. Se tapó la
cabeza y quedó adormilada.
—¡Despierta dormilona!—. Se sobresaltó, abrió los
ojos y allí estaba él, con el desayuno en una bandeja, el aroma de las tostadas
excitaba sus sentidos.
Sonriente la depositó sobre su regazo con un mohín gracioso
y reverencia. Esta vez las lágrimas que asomaron no eran de tristeza,
acompañaban una sonrisa.
El detalle del pimpollo de rosa iluminó su mirada.
Un verdadero hombre. romántico y todo un caballero, solo el sabe como hacer sentir plena a una mujer.
ResponderEliminarHermoso Moly !
Gracias Mery, creo que el inconciente me atrapo en un recuerdo.
EliminarUn abrazo.