martes, 6 de octubre de 2015

Búsqueda

Comparto este relato que he escrito junto a Meryrross.


Había recorrido kilómetros desde el día que harto de esa vida carente de futuro, decidió dejar todo y salir andando caminos.
La pareja dejó de funcionar, no tenían hijos, ella absorta en sus actividades no se interesaba por recomponerla.
Cambió su auto por una moderna camioneta y tras una agría discusión partió con rumbo incierto. Pasó un par de días en la capital, luego continuó al sur.
Tras una semana de deambular por varias ciudades recaló en Ushuaia, la más austral del país.
Ser ingeniero civil le valió para conseguir un puesto en una fábrica local. Fueron dos años donde sólo las relaciones ocasionales lo alejaban de la soledad. Supo que ella tenía una nueva pareja y estaba embarazada. Le concedió el divorcio y consideró que el momento de partir había llegado.
Ya en Buenos Aires, luego del largo viaje pensó en Europa. Conocía Paris y Londres, pero no le agradaba la frialdad de esa gente.
Australia era una buena opción, así llegó a al continente, Sidney se asomó a sus ojos.
Caminando absorto no la vio, chocaron de frente, ella dejó caer las carpetas que portaba, él avergonzado entre disculpas se apuró a recogerlas. Al entregárselas quedó eclipsado por esos ojos verdes mientras que ella reía divertida por la situación. Mario se sintió muy tonto, aún así la invitó a tomar algo para compensar el incidente.
Algo en ella lo atrapó, vio que le resultaba divertida su manera de hablar, su ingles era desastroso. Le comentó que era argentino y acababa de llegar,  cautivado por la sensualidad solo atinó a presentarse.
    Mira, mi nombre es Mario, soy tan libre como un ave y estoy en Sidney tras una nueva vida.
    Hola, soy…Macarena, escritora, llegué al país hace cinco años, soy española.
Lo había visto pasar una tarde, caminando distraído las calles del lugar.
Era un extraño contando su periplo por tantos lugares tratando de encontrar su norte, le resultó simpático e interesante, tenía algo que atraía.
Macarena ya no creía en los hombres, ¡la habían herido tanto! no podía volver a arriesgarse pero este parecía ser diferente.
Sintió un nudo como mariposas en el estómago y un raro sentimiento recorrió todo su ser, del que no quiso escapar.
Mario la observó, vio una mujer a la que creyó conocer desde siempre, aún sin saber nada de ella ni de sus libros.
Había llegado  desde España impulsada por escribir  sobre el puente de la bahía, que es conocido originalmente como Sidney Harbour Bridge, es de antigua concepción de arco , está ubicado sobre un sector de la bahía, se circula en ferrocarril, automóvil, bicicleta o caminando
Así fue que un día  de primavera  viajando en tren conoce a Michel,  un seductor pero soberbio fotógrafo  del New york  Time que ignorando su presencia sacaba fotografías desde la ventanilla,  obsesionado solo por el dinero que  iba a ganar  luego de esta importante producción de fotos del Puente.
Se volvieron a encontrar en varias oportunidades, ella dejaba ver  su rebeldía en su manera de vestir, zapatillas, remera muy rockera y jean gastado  por el tiempo. Ambos estaban por el mismo motivo en ese  lugar.  El tren se detuvo,  comentar el hecho y el cruce de sonrisas cómplices fue la escusa perfecta para comenzar a dialogar. Al continuar la marcha ella simuló dormir cerrando sus ojos. Al descender la invitó a tomar una copa y charlar. Se contaron sus historias, no tenían  nada en común ella tierna y profunda, romántica hasta las lágrimas, él frio, distante,  pero el misterio de su mirada penetrante  la enamoró, la sedujo como lo hizo con tantas otras.
El romance  fue  apasionado pero fugaz hasta que  él desapareció una noche sin dejar rastros.
Ya no volvería  a creer en ningún otro hombre. Solo  la idea de terminar su libro sobre el Harbour Bridge la entusiasmaba.
     Disculpa, me distraje en un momento, tu nombre es Mario ¿verdad?
     Si— respondió sorprendido— Mario, soltero sin compromiso— ella rió divertida, a lo que él preguntó— ¿adonde vas? Quizás sea el mismo camino…
     En realidad me dirigía a la biblioteca, necesito unos apuntes sobre el puente para completar mi historia.
     ¿Te acompaño? No tengo nada que hacer. Siempre y cuando no te cause problemas.
     Si gustas.  No me comprometes, soy muy libre también.
La noche los sorprendió en animada charla, vivían tan cerca uno del otro que tras dejarla en su casa volvió silbando feliz a la suya con la promesa de un nuevo encuentro.
Macarena también despertó feliz, el argentino le dio una nueva perspectiva a su vida, era como despertar a la ilusión de que podría volver a creer. Tras el desayuno lo llamó al móvil, aún medio dormido respondió, pero al saber que era ella de un salto salió de la cama. Almorzar juntos le pareció genial.
Se encontraron en  un restaurante desde donde admiraban la ópera y el puente degustando mariscos y un buen vino. La charla se extendió entre pocillos de café hasta tarde en la noche.
Macarena huyó de un amor frustrado en Madrid, al enterarse del posible embarazo él, la dejo cobardemente, la suerte quiso que no fuera, pero ella no lo soportó. Con una amiga voló a Australia buscando un nuevo rumbo, en Melbourne ocupó un puesto en una agencia de viajes española, así fue como se enteró del puente, su afición a escribir la siguió desde España, pero ya no lo hacía con el romanticismo de entonces.
Supo de un puesto en una editorial de Sidney, envió una nota solicitando el puesto, dado que necesitaban alguien con dominio del castellano fue aceptada de inmediato. Entre tanto artículos salió la idea de uno sobre el puente, debía enfocarse en lo social.
Entre ideas y comentarios el ingeniero no perdía oportunidad de agregar una frase o un piropo, para sorprenderla y admirar ese brillo en sus pupilas que le daban esperanzas, ya no cabían dudas su corazón latía por y para ella. Observando una pareja que se besaban, algo nació en él. La tomó de la mano con firmeza sin notarlo, Macarena quedo mirándolo. Él al percatarse de su acción,  solo se encogió de hombros cual niño descubierto en una travesura.

Estaba refrescando cuando volvían, la miró a los ojos y si mediar palabra la besó, tras un momento de sorpresa ella lo abrazó. Ya no buscarían más, el futuro había llegado…