sábado, 29 de abril de 2017

Rojo sangre...


—¡Raúl!!!
El grito desesperado lo alertó, dejo todo volcando incluso el café. Corrió afuera con premura, al salir la vio, estaba arrodillada llorando, corrió hacia ella desesperado temiendo lo peor.
El corazón parecía salir de su boca cuando llegó a su lado, el rojo que manchaba sus manos se había adherido a su cara, incluso a su falda y la blusa que al ser blanca resaltaba el rojo sangre que la salpicó.
Raúl gritó su nombre tomándola en sus brazos, ella rompió en llanto convulsivo.
— ¿Amanda, que pasó?— inquirió mientras sus labios besaban la frente y bebían sus lágrimas, ella no paraba de llorar, la desesperación se lo impedía.
—Mi amor yo…—con la voz entrecortada trato de explicar, sin conseguirlo— no pude, te juro que no pude, fue todo tan rápido, no pude ni siquiera pensar.
— ¿Pero qué pasó?— inquirió Raúl, mientras que ella tratando de recomponerse señalaba los despojos que yacían a su lado convertidos en una mancha grotesca.
—Sabes que te amo, pero ella se cruzó en mi camino y te juro que no pude— su cuerpo temblaba impidiéndole continuar.
—Tranquila amor, dime que paso— la abrazó con fuerza ciñendo su talle a su cuerpo de hombre.

—No la vi, te juro. Venía feliz, quería sorprenderte en tu cumpleaños, mi torpeza hizo que tropezara con ella— dijo señalando la piedra que sobresalía del sendero y mirando el piso agregó— mira como quedo la torta de frutillas que traía…

jueves, 20 de abril de 2017

Hacia allá...


Partió raudo pasada la medianoche, lo hizo en silencio.
Dejó tras de si aquello que ya no le servía. Se sintió libre, feliz. No cargó con el peso inerte que quedó vacío, tumbado sobre la cama. Lo había arrastrado durante décadas, ya no cumplía ninguna función.
Voló a la luz.

Quienes hallaron el cuerpo esa mañana se extrañaron de la sonrisa que lucía el rostro del anciano.