jueves, 14 de julio de 2016

El cumpleaños.




La mañana amaneció radiante. Había llegado el día. Se levantó ilusionado, se sentía feliz.
Mientras desayuna su mente regresa en el tiempo, pasaron décadas. Lo asaltan los recuerdos. Cuando la conoció, la boda, la llegada de los hijos que lo acompañarían en su vejez. Cuantos sueños rotos, el tiempo se fue llevando todo.
Su perro, fiel compañero contagia su alegría cuando sale a regar sus plantas. Mientras asea el patio disfruta su presencia intentando jugar con él, le alcanza lo que queda de una pelota para que la lance, no cuesta nada darle el gusto.
Como siempre el llamado de algún amigo y los mensajes de quienes están lejos. Alguien en alguna parte del mundo lo recuerda, sonríe agradecido.
Tras el almuerzo debe dejar la casa impecable, porque seguro vendrá alguien y no es cuestión que no esté presentable.
Sultán disfruta esos momentos cuando lo saca a la calle, recorre cada árbol de la vereda y se impacienta cuando se detiene a charlar con algún vecino. Mientras la tarde lenta va cayendo, el sol hace rato que no está.
La luces se encienden, ya es noche, como siempre mira el noticiero, siempre las misma noticias,  hasta que llega un mensaje en el móvil;
“Feliz cumple papá”…
Agradece. Estaba seguro que su hijo no se olvidaría. La televisión algo acompaña, pero solo para romper el silencio…
Mira el reloj, este indica 21,30 hs; calienta la sopa que sobró del mediodía. Cena en silencio, mientras su mente vuela ajena al sonido del televisor. El timbre del móvil lo sobresalta.
— ¡Feliz cumple viejito!!— El hijo mayor no podría olvidarse— ¿Estas bien?— asiente mientras cuenta alguna novedad.
El reloj no se ha detenido, continúa con su inexorable tic tac. Siente frío, la mesa sigue vacía, mejor será ir a la cama.
Piensa en el tiempo que le queda y cuanto ha vivido, son muchos años. No es hora de hacer balance. Se encoje de hombros y apaga la luz.

Mañana será otro día…