jueves, 20 de abril de 2017

Hacia allá...


Partió raudo pasada la medianoche, lo hizo en silencio.
Dejó tras de si aquello que ya no le servía. Se sintió libre, feliz. No cargó con el peso inerte que quedó vacío, tumbado sobre la cama. Lo había arrastrado durante décadas, ya no cumplía ninguna función.
Voló a la luz.

Quienes hallaron el cuerpo esa mañana se extrañaron de la sonrisa que lucía el rostro del anciano.

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