El timbre sonó tres veces, Luis tardaba en atender, por
lo que ella golpeó en forma desaforada la puerta, hasta que este abrió.
—Hola Porota, ¿Qué tal?
— ¿Hola?... ¿Que pasa que no abría la puerta?, ¿Por
qué esa cara de sorpresa? Claro, no me esperaba.
—No Porota, estaba en la cocina ocupado y hasta que
me sequé las manos.
—Jajá, yo me chupo el dedo, acá hay gato encerrado,
me está escondiendo algo.
— ¿Yoooo?,
¿Qué?
Se abrió la puerta del baño y salió una veinteañera de
esplendorosa figura con el cabello mojado y envuelta en un toallon.
— ¿Y esa? —dijo Porota, tapando su boca, con los
ojos desorbitados ante tremenda aparición.
—Déjeme que le explique, no es lo que usted piensa.
— ¿Quién es Luis? —Preguntó la muchacha.
—Mi suegra…
Se encogió de hombros he hizo silencio.
—Usted es un hijo de mala madre —gritó indignada la
vieja— ay, cuando se entere mi pobre Marcela…
No tiene vergüenza, mi hija le dio todo, es una
santa, una esposa abnegada y usted… ¡Que
dolor!
Pero Marcela se va a enterar, le juro que se va ha
enterar, mi pobre hija, ella que creyó en usted, que se casó virgen, que jamás,
¿me escucha? Jamás haría algo así, como puede ser tan cretino, ay, mi pobre hija…
—Porota escúcheme, no piense mal, le repito, no es
lo que se imagina.
— ¿Noooo? Se va a enterar, y ¡ya! —tomó el celular y
llamó.
—Marce, hija, no sabes lo que pasó, ay mi amor,
pobrecita, no te mereces esto. El mal nacido de tu marido nena, yo te lo dije,
ese tipo no era para vos, pero como siempre no me hiciste caso, y ahora tenés
los resultados.
Estoy en tu casa nena, ¿y sabes que?, ¿Cómo lo
encuentro a él?, ay mi amor, vos, ¿Dónde
estas?
—Acá mamá, en el dormitorio—dijo Marcela, y salió
con una minúscula tanga poniéndose una remera— ¿podrías dejar de hacer tanto
escándalo mamá?
—Nena, ¿estabas acá? , ¿Y esa quien es?
—Claudia. Ella es mi pareja mamá, ¿conforme?
Porota no entendía nada, quedó estática, la noticia
le cayó como balde de agua helada.
—Pero, nena ¿vos? , Nunca me lo dijiste… ¿Y tú marido que dice?
—Con Luis no pasa nada mamá, él sólo es mi esposo,
¿estamos? Además, ¿como te iba a decir
eso? Justo a vos…
Luis y Claudia se miraron, el con una sonrisa
estúpida, el rostro pálido y visiblemente avergonzado sólo atinó a decir: —Voy
a preparar café.
—Nunca hubiera creído eso de vos Marcela. Una hija
mía, ¡por Dios!
Tomó su bolso y se dirigió a la puerta, altanera
miró a su hija antes de salir y dijo:
—Ay, si viviera tu padre, ¡Que dolor le darías! Su
hija favorita.
-Mamá, cállate, soy hija única, por favor, no
molestes más.
No sólo me gustó el tema, me encantó el registro en el que lo has escrito: muy creíble, corre solo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Luis.
HD
Gracias amigo, ha vuelto al ruedo.
EliminarUn abrazo.
Todo es relativo, dijo Einstein...muy bueno, Moli, fiel a tu estilo. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias amigaso, es lo que me gusta y además extrañaba.
EliminarHe vuelto.
Un abrazo.
Lo leí con vuestra forma de decir y veía las caras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por tu visita amigo.
EliminarUn abrazo.