Corona
Estaba asustado sin duda, faltaba tan poco. Era una
sensación de ahogo más sabiendo que nada podía hacer, imposible desligarse,
solo restaba esperar que llegue el día. Mientras del bolso color café saco el
pack de cervezas que compró la noche anterior, con caja y todo fue a parar a la
nevera, sonrió al leer sobre el envase amarillo en letras negras “Corona”.
Se levantó tarde, había estirado la noche tratando
de no dormir, hasta que Morfeo ganó la batalla. El verano ya fenecía, un manto
de hojarasca cubría el suelo, caminó casi con desgano, el local no quedaba tan
lejos de hecho lo divisaba al final de la calle, como siempre el café le daría
otro brío además de despertarlo definitivamente.
Se preguntaba por qué, como ella lo engañó para
dejarlo a su antojo indefenso en sus redes. Se sentó al lado de la ventana para
distraerse mirando el incesante ir y venir de los transeúntes por la vereda.
Casi con desgano tomó el diario, solo acostumbra mirar las páginas de deporte,
esta vez llamó su atención un titular. Parecía alarmante aunque no prestó
atención. Esa tarde debía medirse el traje con el que iría a la ceremonia, lo
peor es que odiaba vestirse así, siempre se rió de sus amigos al verlos con
moño y traje, ahora le tocaba a él. La tarde transcurrió sin sorpresas, aunque
olvidó ir del sastre. Lo haría mañana.
Tirado en su sillón favorito, despatarrado como
siempre encendió el televisor, era la hora de las noticias, se enderezó de
golpe para prestar atención, la cosa venía mal, el término “pandemia” no le era
familiar, pero el mundo lo utilizaba con preocupación, la cuarentena era
inminente, continuó viendo las noticias hasta que se fue a dormir. La mañana
amaneció soleada pero nubarrones presagiaban que algo pasaría. No podría salir
ni deambular por las calles, nadie podía hacerlo, la guerra sanitaria estaba
declarada. Sonó el móvil y una voz le informó que se suspendía toda actividad
en esa dependencia hasta nuevo aviso, tras el flagelo debería pedir un nuevo
turno. Pasado el primer momento de estupor reaccionó, el registro civil
posponía la boda sin precisar una nueva fecha.
Eufórico abrió la nevera y sacó una corona bien
fresca para brindar por su buena estrella.
Por las dudas apagó el móvil para no escuchar ya
imaginamos a quién…
Y sigo leyendo tu blog, voy a seguirlo para no perderme.
ResponderEliminarTe agradezco tus comentarios en el mío.
Un abrazo.